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domingo, 2 de febrero de 2014

Viaje a Barcelona.


          Este fin de semana celebro el primer cumpleaños de un viaje que hice a Barcelona hace justo un año. Fue de esos viajes que marcan, de los que una guarda siempre en su memoria por beneficiosos y perfectos, por inesperados y... que me llenó, de nuevo, de agradecimiento.
Ya hace un año... se dice pronto... 
Medio año antes yo había perdido definitivamente la danza. O la danza me había a mí perdido...
Al menos así lo creía y fruto de ello, más de una lágrima. El no encontrar el hueco, el lugar, el momento... -quizá más por parte mía - y montón de "historias", de esas de las que en la otra orilla no recuerdas -en este caso y esta vez, menos propias que ajenas...-, hacían que no coincidiera con una persona -profesora, amiga, maestra...-, del sexo, la religión o la raza que fuera, con la que pudiera avanzar de verdad y seguir adelante... contenta, además de con mi vida, con el baile -para mí, una de las grandes artes-. La situación era apremiante. Ya habían pasado muchos años sin tomar ni una clase... por no hablar de otras cuestiones más personales. No podía así seguir siendo.
Y entonces surgió. 
Encontré a la persona con la que había tomado mis primeras clases -serias por así decirlo- de danza oriental en un pequeño ciber, frente a mi actual apartamento. A veces, sí parece que el mundo sea un pañuelo. Estaba sentado a mi lado. Ni nos habíamos saludado. Iba con otra persona y, como era inevitable, escuché un poco de su conversación. Y recuperé mi memoria. Y me alegré incluso. 
Le dije: ¿tú eres tal persona? Tú me diste clase de... hace ya 12 años. ¡También se dice pronto! 
Y me acordé. Y se acordó. Y le conté. Y me contó. Me abrazó. También se alegró de verme. 
Y, más rápido incluso de lo que pasaron parte de estos años, me dijo: no tienes ni que pensártelo. Vente a mis clases. La primera te la regalo. Sólo voy a estar dando, por ahora, uno, dos, tres meses... luego, tengo que hacer (mis) cosas... Y me rescató para la danza. Y me alegró y me alegra. 
La danza forma parte de mi vida, de mi cuerpo, de mis pensamientos, de mi esencia, de mi sentimientos, de mis sueños... es una de mis más queridas "vías de escape"... es una de mis puertas, de entrada y de salida... de mis ventanas... a mi alma.
Y me dijo: Ana, no dejes de bailar nunca más. Pase lo que pase, digan lo que digan. Y me dió un nombre artístico, en árabe... que uní en el fondo de mi corazón al que hace años me otorgué interiormente, junto con el tema de "mis canciones", en una especie de bautismo cuando sentí que aquello también formaba parte de lo mío.
Aquel hombre, aquel antiguo maestro, me enseñó de forma particular porque se tomó como "cruzada" el ponerme al día, cosa que yo agradecía, después de tanto tiempo sin un aprendizaje regular en esta materia y después de tantas interrupciones e inconveniencias. Me dió el regalo del sable, del bastón... cosas que nunca había hecho; rescatamos para mí el velo. Incluso me aportó unas pinceladas para que yo conectara libre, en mi baile, ya por mi cuenta, lo oriental con lo flamenco -que es una de mis grandes pasiones, heredadas por vía materna-.
Y también me dijo: cuando yo deje de dar clases por ahora no pares: vete a península, aunque sólo sea un par de días, a tomarte algunas clases, aunque sólo sean unas horas, con... y me dio el nombre de tres personas. Y una... era Devorah.

            Y no pasaron ni dos meses en los que apareció la oportunidad. Se me abrió de nuevo la puerta. Esta vez, de la mano de mi ser por excelencia, de mi contínua formación y reciclaje profesional como Maestra de sanación y terapeuta. Iba a ir a Barcelona  a hacer un intensivo de una de las herramientas que más amo, con las que aprendo, enseño y trabajo en mis talleres y consulta: los cuencos de cuarzo.
¡Qué bonita fue "mi semana en Barna"! 
Decidí llamar a Devorah y, sin conocerme, me dió una acogida cálida, sincera y abierta. Así, entre mis activididades terapéuticas y de trabajo, tomé seis clases en su escuela. También me regaló la primera y fue  precisamente con ella -todo un lujo-, y la segunda. Y otras cuatro más en distintos días y horarios con cuatro profesoras de diferentes estilos. Conocí a chicas que habían hecho con ella la formación... todo fue un sueño. Aún me acuerdo hasta de la sala. Cálida, decorada con gusto, acogedora. Y el último día, en la relajación final ya terminando la clase, sonó de fondo, precisamente, -casualidad de las casualidades- uno de los mantras que yo canto y enseño -tanto en mi esfera privada y personal como profesional, en mi taller de "Cantos Sagrados".- ¡Hasta eso! ¡Qué regalo! Pregunté luego y me dijeron que era un tema que precisamente había seleccionado Devorah para poner en su escuela hacía como mucho un par de semanas... Cuando yo me aproximaba...
Y sí: no es casualidad nada.

         A la vuelta, nació físicamente hablando, "mi universo de blogs", a escala perfecta. Un año, doce meses, doce blogs. Uno par de meses más y tres más: quince -"la niña bonita"-.
El primero, el que da cabida a mi alma y mi espíritu: Desde la ventana de mi corazón, al que llamo cariñosamente "mi blog de los poemas" y otros y... éste: Mi cajita de baile, que tiene tan sólo díitas -como decimos por acá, por las islas- y que da cabida a la danza y a mi cuerpo, aunándolos en un tierno beso, en un todo... en un abrazo sincero y perfecto.

       Y justo, este fin de semana en el que celebro, dos talleres intensivos, seguidos, de danza. Ayer säbado en el sur, en la preciosa escuela de Daima, con Vicky Qamar y, hoy, enterándome ayer mismo -grata sorpresa-, en la ciudad de Las Palmas, con la mismísima Ana Saeeda a la que agradezco que me haya dado cabida. Años ha que, para mí es, una de las personas que quería conocer... y tenerla como maestra...¡pues -como se suele decir- ya vés! y yo como una de sus alumnas... independientemente de niveles.... y de otras cosas... 
  
            Como dicen las abuelas: "si lo que es pa´ una es pa´ una"
          También en España se dice que "habemos gente con ángel". Y yo, hoy, he recuperado el mío: ¡quién sabe si, enganchado, se había quedado por el camino!... 
Ahora, tras estos talleres, libre de magias y otros "ruidos" y de todo lo ocurrido, al frescor de la lluvia, todo va a ser distinto. Voy a seguir bailando porque sí, porque quiero, porque me nace, porque forma parte de mí... porque me hace, feliz. La danza vive en mí. Y nunca, nunca es tarde para sentirse así y poder seguir, sin que ya nada lo impida. Gracias Ana Saeeda por auparme y gracias a Daima Naima por la labor que hace. Han pasado quince años -también se dice pronto- desde que empecé, en esta vida -porque quién sabe, ja, ja!!-, con la aventura de "lo oriental" y siempre deseé tener intensivos, aquí, en mi tierra adoptiva, regulares porque... habemos gente... muy ocupada... que no disponemos del mismo horario que parte del resto... y claro, no poder aprender a bailar como Dios manda por ello... era una pena. 

         Sí, ha pasado el tiempo... y he sanado con ello. Y ahora, me recompenso. Esto ha sido un regalo. Vendrán nuevos y buenos. Y, mientras, yo canto, escribo, compongo, sano, ayudo a sanar, perdono, viajo, sueño, rezo, beso a la tierra y la amo y, ahora, de nuevo, también bailo.
Confío en Dios y en Ella mientras, haciendo todas esas cositas y otras...ja,ja!!  espero... a ese mundo nuevo al que, lleno de cambios positivos, todos los días nacer veo. Que la danza me ayude, a partir de ahora, de forma constante y me alegre en mi empeño. 
          Y a todo el/la que de buena manera ha hecho posible ésto, un dulce beso y ¡¡gracias por ello!!.